Designado para algo grande


Cuando navego en el mar de la evangelización, es fascinante encontrarme con muchísimos hermanos que igual como yo están navegando en ese precioso mar; un mar lleno de experiencias, un mar lleno de alegrías, un mar lleno de emociones, un mar lleno de la presencia poderosa del Señor, un mar movido por las mansas olas de su paz, un mar movido también por vientos impetuosos que muchas veces se convierten en tormentas, pero que al final se logra la pesca milagrosa de aquellos peces que el Señor quiere en su barca. Antes y después de cada jornada me siento con los hermanos de las diferentes comunidades que visito para escucharlos, reírme con ellos, abrazarlos, y sobre todo con aquellos que tienen un rol misionero dentro de sus comunidades y que muchas veces nos son tomados en cuenta por sus líderes o sus párrocos. 

Ayer conversaba con una hermana que camina en una comunidad, y que siempre me pide que vuelva a visitar las casas de su comunidad, pero nunca le respondía ya que no quería darle la razón por la cual no volví a su comunidad; pero ayer le comenté la razón y ella abre su corazón compartiéndome sus sentimientos como misionera dentro de su comunidad y al escucharla me dejó un gran dolor en mi corazón al ver y sentir la pasión de esta doñita en llevar la Palabra a las casas y solo está recibiendo críticas y rechazo, que para una persona "normal" es motivo de dejar la misión y quedarse a descansar en su casa. Ella sigue adelante y me pongo de pie para aplaudirla como se lo merece y a todos aquellos que siguen adelante a pesar de los embates que tienen en el mar de la evangelización. Escribiendo este párrafo, recuerdo las palabras del Papa Beato Juan Pablo I en su primer mensaje Urbi et Orbi el 27 de agosto de 1978: "Saludamos a toda la Iglesia misionera, animando y aplaudiendo con amor a los hombres y mujeres que ocupan un puesto de vanguardia en la proclamación del Evangelio: sepan que entre todos aquellos a quienes amamos, ellos nos son especialmente queridos; nunca los olvidaremos en nuestras oraciones y en nuestra solicitud, porque tienen un puesto privilegiado en nuestro corazón". Sea lo sea que estás pasando en este mar de la evangelización, permite que el Señor te consuele con estas hermosas palabras de este gran Beato de nuestra amada Iglesia; te aseguro que allá cerquita de Dios, está orando por nosotros porque lo prometió ese día de agosto de 1978. Ánimo y para adelante porque la recompensa que nos espera es grande y vale la pena todo lo que vivimos en la barca.

El evangelio de este día tomado de Lc. 10, 1-12, nos habla de esto que estamos compartiendo, lo he dicho muchas veces y lo repito: muchos se creen que son únicos en la Iglesia y pierden la unidad en medio de la diversidad que somos en ella. Te invito a escudriñar el versículo 1: "En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir". Vamos a desmenuzar este versículo:

        Designó el Señor a otros setenta y dos discípulos: para comprender este extracto, debemos saber el significado de designar: señalar o destinar a alguien o algo para determinado fin. Sabemos muy bien que el Señor llamó de sus discípulos a doce que luego les llamó Apóstoles, pero hoy designa, además de los doce, a otros setenta y dos. Me gusta leer el adjetivo otros que significa nuevo o adicional. Jesús no se queda solamente con doce, designa a otros para la misión. Con esta designación, Jesús rompe toda exclusividad dentro de su escuela de discipulado, nos está diciendo que todos somos importantes y sobre todo necesarios en la obra misionera. Hay que hacer un alto en aquellos movimientos eclesiales donde creen que son los únicos en la Iglesia, el Señor además de llamar a otros, los designa para una misión específica. No solo hay doce, sino también otros que forman parte de los setenta y dos; a esto lo resumo así: los doce son la Iglesia jerárquica y los setenta y dos somos los laicos que juntos salimos en la barca a pescar. Suma y no restes por favor, porque unidos podemos más que separados.

        Los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir: Jesús los manda por delante, esto es un privilegio que tenemos tú y yo, ser enviados por delante de Él a preparar el lugar donde va a pasar, somos embajadores; hace mucho tiempo me preguntaron de qué trabajaba, y le respondí: soy embajador del Reinado de Dios, la persona quedó con la boca abierta; esto es lo que somos tú y yo, embajadores porque estamos llevando la Palabra de Dios. Él te envía por delante y el envío es en comunidad, de dos en dos, no somos llaneros solitarios en la evangelización ya que hay muchos que andan así y es por eso que solo pescan sardinitas y cuando lo hacemos en comunidad, unidos a la Iglesia, pescamos pargos, corvinas, peces grandes.

Hoy el Señor anhela pasar por muchos lugares, pasar por muchos hogares, pasar por muchos grupos eclesiales, pero está urgido de que haya hombres y mujeres que digan: sí, estoy dispuesto a hacerlo en comunidad. Hermanos, el Señor no solo necesita a los doce, también necesita a los setenta y dos, o sea que necesita a todos y todas para la misión.

Vamos, respondamos con alegría porque somos del grupo que ocupamos un puesto de vanguardia en la proclamación del Evangelio, tal como nos lo dice el Beato Juan Pablo I. No olvides esto nunca: Eres Designado para algo grande.

Paz y bien.



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