Mi familia y yo serviremos al Señor




Hay muchos servidores del Señor en nuestros movimientos, llegas a las comunidades y encuentras hermanos y hermanas que parecen hormiguitas corriendo de aquí para allá, haciendo múltiples cosas en las capillas y llegamos a una figura que yo le llamo Soyla. Soyla que limpio, Soyla que arreglo el altar, Soyla que canto, Soyla que leo, Soyla que ayudo en el altar, Soyla tesorera; es una figura que está en todo y al final me dicen: hermano estoy cansada o cansado, estoy bajo estrés, etc. Cuando alguien me dice esto, significa que está sirviendo al Señor, pero no de corazón.

Algo que hay que tener muy claro en cuanto al servicio al Señor es que siempre está amarrado a la adoración, o sea que, adorar es servir y servir es adorar.

En la primera lectura de hoy, tomada de Jos. 24, 14-29, nuestro amigo Josué tiene algún tipo de situación con los hermanos por el tema de servir al Señor, parece que existe una indecisión en cuanto a quién quieren servir, a Dios o a los dioses extranjeros.  Escudriñemos los versículos 14-15: "En aquellos días, habló Josué al pueblo y le dijo: Teman al Señor y sírvanlo con toda la sinceridad de su corazón. Apártense de los dioses a los que sirvieron sus padres al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan al Señor. Pero si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: ¿a los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor". 

Lo interesante de este pasaje bíblico es que pareciera ser el último discurso de Josué al pueblo antes de su encuentro final con el Señor y pasa a ser su testamento o legado para las generaciones venideras. Viéndolo desde esta perspectiva, es tremendo instructivo para nosotros que somos servidores del Señor.

        Teman al Señor: hace unos días hablábamos de este punto del temor al Señor y les recuerdo que no es miedo, sino respeto. Josué nos invita a nunca perder el respeto al Señor ya que es el primer requisito para servirle y ese respeto hacia Él se da cuando siempre estemos en su presencia y no aparecer solo a servirle cuando hay una fecha puntual en el calendario.

        Sírvanlo con toda la sinceridad de su corazón: nos dice Mt. 4, 10b: "Al Señor tu Dios adorarás, y solo a él darás culto". En otra versión bíblica encontramos que dar culto es servir al Señor. Ante esto, Josué nos invita a servir al Señor o darle culto, pero con una condición: sinceridad de corazón. Aquí está el detalle de los que servimos al Señor, servirlo con sinceridad de corazón y no con doblez de intención buscando fama, prestigio, aplausos, títulos, agradecimientos, dinero. Aquí surgen las o los Soylas, hacen las cosas (todas) con doblez de intención, no le dan oportunidad a los demás, no forman sucesores; y lo triste de eso es, que cuando no logran su cometido se van bravos de las comunidades con todos porque no les agradecieron, no les aplaudieron, etc. Siempre les digo a los sacerdotes y líderes que en las fiestas patronales no hay que agradecer a nadie de los que cooperaron porque deben hacerlo con sinceridad de corazón, y además cuando se agradece a la gente siempre habrá uno o varios que se van sentidos de nuestras comunidades porque no los mencionaron en la lista de agradecimientos. Este tipo de servidores andan amargados, tristes, desilusionados por todo dentro de la Iglesia. Tú que me lees hoy ¿eres de los que sirven de corazón o de los que sirven esperando un agradecimiento? Reflexiona y toma la decisión de cambiar, si tienes que hacerlo.

        Apártense de los dioses: esto es sencillo, nos lo dice Mt. 6, 24: "Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero". Recuerda, servir es sinónimo de dar culto o adorar; la madre de todos los dioses es el dinero ya que engendra muchos dioses que nos llevan al apego de las cosas materiales y esto se convierte en impedimento para servirle solo al Señor porque estos impedimentos se convierten en las benditas excusas a la hora de tomar la decisión de servir al Señor.

        Mi familia y yo serviremos al Señor: esta es la firma del testamento o legado de Josué para todas las generaciones. Poderosa firma que nos invita hoy a ponernos de pie y también firmar como lo hizo Josué. ¡qué difícil esto hoy! pero muy glorioso servirle solo a Él. Vamos hermanos, es tiempo de anteponer todos nuestros intereses personales y servirle solo al Señor, pero de corazón, sin buscar nada a cambio, sin buscar privilegios ni mucho menos dinero.

Aprovechamos este día para renovar nuestro compromiso como familia de servirle solo a Él sin esperar nada a cambio; si nos da o no nos da, queremos seguir sirviéndole; si tenemos o no tenemos cosas materiales, queremos seguir sirviéndole; a tiempo y a destiempo y aun con contratiempo, queremos seguir sirviéndole. 

Hoy gritamos al mundo: Mi familia y yo serviremos al Señor.

Paz y bien.


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