Es esperar, no desesperar

 



El jueves predicaba el tema "Esto también pasará", y lo hice acompañado de un personaje tremendo de la historia de salvación, nuestro recordado amigo Noé. Este hombre nos regala muchísimas enseñanzas, vivía en el desierto y construye un barco que se conoce como el arca; cuando el diluvio pasó dijo una frase poderosa "el agua siguió bajando" y enfoqué el tema que en medio del diluvio que estemos viviendo tenemos que decir que el agua está bajando, en el mundo natural seguimos inundados, pero en el mundo sobrenatural que es donde se mueve el Señor, el agua está bajando. Te comento que fue una noche cargada de fe que nace de la escucha de la Palabra de Dios donde pudimos aprender a esperar en vez de desesperar.

Hoy la Iglesia nos recuerda a tres hermanos, amigos íntimos de Jesús; Marta, María y Lázaro y de la que más nos habla el Evangelio es de Marta porque fue una mujer que en medio del diluvio de la muerte de Lázaro, siguió esperando y no desesperando.

Te invito a que me acompañes a Betania a la casa de los amigos de Jesús, pero vayamos en silencio porque hay luto en esa familia por la muerte de nuestro amigo Lázaro. La casa de esta familia era la casa de acogida de Jesús y los Doce, allí se compartía, allí Jesús contaba sus experiencias vividas en cada misión, allí Jesús y los Doce se sentían en casa.

Lázaro ha muerto y después de varios días de ser avisado que Lázaro estaba enfermo, Jesús va a casa de sus amigos, pero ya es tarde porque Lázaro se fue a descansar al lugar de los muertos. Veamos con mucho respeto y consideración lo que pasa en esa casa narrado por Jn. 11, 19-27. Escudriñemos los versículos 20-22: "Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas".

Escuchar esto de una mujer que está viviendo un diluvio, me deja con la boca abierta porque simplemente espera y no desespera. Marta escucha que llegaba Jesús y no se queda tirada en el dolor, sino que se levanta y sale al encuentro de Jesús. Cuántos de nosotros aún estamos tirados en el dolor, en el recuerdo, en el pasado, en el rencor, en el pecado y no tomamos la poderosa decisión, como lo hizo Marta, de levantarnos e ir al encuentro de Jesús. Hermano y hermana, tienes la capacidad de levantarte, no naciste para quedarte tirado o tirada en esas cosas que acabo de enunciar, levántate porque Jesús está llegando a tu historia a través de esta reflexión y es hora de que salgas a su encuentro. 

Es interesante leer que Marta oyó que Jesús llegaba, esto significa que alguien le anunció esa gran noticia; ¿Tremendo esto verdad? No podemos dejar de anunciar que Jesús está llegando a muchas vidas hoy. Hay muchas Martas que están esperando que alguien les hable de Jesús.

Detengámonos a ver y convertirnos en un paparazzi para no perder los detalles, porque los detalles que vienen a continuación pueden cambiar tu manera de creer, pueden cambiar tu manera de ver a Jesús. Marta se acerca y le habla como si fuera un reclamo, si hubieras estado aquí. Hago un alto para ponerme de pie y aplaudir a esta valiente mujer que nos enseña que no somos marionetas de Dios, no fuimos creados para que Dios nos manipule; nos enseña que tenemos derecho de quejarnos delante de Él, que tenemos derecho de preguntarle por qué; y quiero aclarar que no es reclamarle, es preguntarle a un amigo íntimo en confianza dentro de la oración porque lo que Marta hizo en ese momento fue una oración que nació de lo más profundo de su corazón. Y lo que viene a continuación es la profesión de fe más sincera que puede hacer alguien en medio de su diluvio personal, es una profesión de fe que da seguridad, que da la certeza que Jesús va a responder su oración.

Te invito a revisar tu fe en este momento, te invito a que hables en confianza con Jesús y le cuentes tus sentimientos, que llores, que patalees si es lo que quieres hacer, pero después de eso te levantas, te secas las lágrimas y le dices que verdaderamente le crees y que estás seguro o segura que va a actuar a tu favor.

Ha llegado el momento de aprender que Él no llega tarde ni llega temprano, llega en el momento que sabe que tiene que llegar; así lo hizo ese precioso día en Betania, para todos los que estaban allí Jesús llegó tarde, es más no debería haber ido porque se le avisó muchas veces, pero te digo que Jesús llegó en el momento justo de la vida de Marta y María porque tú y yo sabemos lo que pasó después allí en Betania.

Ya lo sabes: es esperar, no desesperar.

Paz y bien.

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