Encuentro de amigos





Cuando predico a hermanos y hermanas que pertenecen a una pastoral de la Iglesia, siempre les digo que deben tener un espacio en su casa separado para la oración, un espacio para estar con el Señor. En mi casa, ese espacio se llama la Tienda del Encuentro y le puse ese nombre porque así le llama nuestro amigo Moisés al lugar donde se encontraba con el Señor.

La primera lectura de hoy está tomada de Ex. 33, 7-11; 34, 5-9.28 y nos habla claramente cómo era la relación de Moisés con el Señor y también cómo esta relación impacta la vida de un joven llamado Josué, que luego será su sucesor entrando a la Tierra Prometida.

Vamos al desierto y nos ubicamos fuera del campamento donde está ubicada la Tienda del Encuentro y escudriñemos el versículo11: "El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ayudante, Josué, hijo de Nun, no se alejaba de la tienda de la reunión".

Este versículo está preñado de enseñanzas sobre la oración, y al meditarlo recuerdo vívidamente el mensaje cuaresmal para el 2020 del P. Tomaz Mavric, superior general de la Familia Vicentina sobre la oración: "La oración es el lugar donde me encuentro con Jesús, donde hablo con Jesús, donde escucho a Jesús y comparto con Jesús". 

Vamos a ir delineando lo que es o debe ser la oración para ti y para mí desde lo que nos comparte el P. Tomaz: 

    Lugar de encuentro: cuando comenzaste alguna relación amorosa, hay un lugar especial donde siempre se encontraban o aún se encuentran y llegamos a decir frases como; nos encontramos en nuestro lugar, nos encontramos donde nos conocimos, nos encontramos donde ya tú sabes; y esto crea ansiedad, emoción, mariposas en el estómago, nerviosismo de encontrarnos con la persona amada. Siiiiii, esos momentos son únicos, hermosos, y sobre todo seguir yendo a ese lugar con ese amor y seguir sintiendo esas cosas tremendas. Así mismo es la experiencia de Moisés con el Señor y debe ser nuestra experiencia de oración, un lugar donde me encuentro con el amado, un lugar que anhelo llegar allí en las primeras horas del día. Hay que tener un lugar físico para ese encuentro dentro de la casa; yo tengo en mi celular la alarma de la mañana con el nombre Tienda del Encuentro, para que cuando suena en la madrugada me motive que allí en ese lugar el Señor me está esperando.

    Hablo con Jesús: aquí es fascinante leer que el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. De verdad que me quedo impresionado la relación que tenía Moisés con el Señor, pero con semejante misión no podría ser diferente. Hay amigos y amigos de ocasión, nuestra amistad con Dios debe ser aquella que nos dice Jesús en Jn. 15, 13: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos". Más clara no puede ser una amistad así, y esa es la amistad que tú y yo estamos llamados a tener con el Señor; una amistad de estar dispuesto a dar la vida por el amigo porque dar la vida es darlo todo. Es una amistad de hablar cara a cara con el Señor, así es la verdadera amistad y no aquella amistad que vive del interés, que busca algo a cambio. ¿Qué le hablo a Jesús? te respondo desde mi experiencia, solo le doy gracias, no le pido nada porque Él sabe lo que necesito y eso me va a dar en el tiempo propicio (kairos) y no en mi tiempo (cronos).

    Escucho a Jesús: nuestras oraciones están cargadas de palabras, o sea, que solo hablamos y hablamos y no guardamos silencio para escuchar al Señor. El Señor anhela que lo escuchemos porque tiene tantas cosas que decirnos, pero no lo dejamos hablar. En la historia de salvación hubo un niño que servía al Señor y el Señor le habló varias veces y no sabía quién le hablaba hasta que el sacerdote Elí le dio un consejo que aún resuena hoy; vamos a escuchar la respuesta de este niño en 1 Sam. 3, 10: "Vino Yahvé, se paró y llamó como las veces anteriores: ¡Samuel, Samuel! Respondió Samuel: ¡Habla Señor que tu siervo escucha!  Aquí está la clave de una relación personal con el Señor, escuchar. Hoy es todo lo contrario, calla Señor que tu siervo habla. Suena chistoso, pero es la triste realidad, llegamos a la presencia del Señor pidiendo, reclamando, pero no dejamos un espacio para escuchar. ¿Cómo lo escucho Eduardo? en mi experiencia Dios me habla bastante en la lectura orante de la Palabra y de esa metodología salen cada una de las reflexiones que les comparto diariamente; también lo puedes escuchar en la liturgia de la Iglesia, Eucaristía, celebración de la Palabra, retiros, etc. Lo único que te sugiero es que tengas un corazón atento para escuchar, como te compartía el domingo en la reflexión.

    Comparto con Jesús: Él comparte su vida contigo, comparte su amor, comparte su misericordia, comparte su perdón, y ahora te toca compartir todo eso con los demás, principalmente con los marginados, los pecadores, los pobres, los que están lejos, los que se fueron; esos son los preferidos de Jesús y tienen que ser nuestros preferidos.

Estos cuatro puntos sobre la oración son clave para que nuestra relación personal con el Señor sea una relación de amigos y llevando este estilo de vida te aseguro que los frutos serán de mucha bendición para ti y para los demás porque es el resultado de un Encuentro de amigos.


Paz y bien.

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