Los Preferidos de Jesús



Mt. 25,40. Hace unos días conversaba con alguien que conozco su camino de fe, oración, lectura orante de la Palabra pero que en los últimos tiempos está teniendo algunas dudas. Me comentaba los cuestionamientos que se ha estado haciendo y uno de esos cuestionamientos es que iba en un bus y se sube una madre indígena con varios hijos y se veía que estaban pasando necesidad y al ver este cuadro se preguntaba ¿dónde está Dios?

El evangelio que nos regala la liturgia de hoy, tiene la respuesta a esta interrogante. Veamos el versículo 40: "Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron".

Estamos en un tiempo especial para comenzar a ver en los demás el rostro de Jesús, un rostro que tiene necesidad de amor, paz, un rostro que tiene hambre, un rostro que tiene sed, un rostro que necesita ser escuchado, un rostro que necesita compañía, un rostro que necesita ser perdonado, un rostro que necesita ser liberado, un rostro que necesita ser restaurado, un rostro que necesita ser amado.

¿Cuánta gente tienes a tu alrededor con este rostro? Ese rostro está en tu casa, en tu trabajo, en el bus, en el taxi, en la parada, en el hospital, en la cárcel, está en la casa de tu vecino o vecina, está en la calle, en la esquina de tu barrio o comunidad; ese rostro insignificante para ti o para los demás hoy Jesús nos está pidiendo con urgencia que hagamos algo y no nos quedemos de brazos cruzados porque allí en cada uno de esos rostros está Él.

Es duro este mensaje porque aquí está la medida por la cual tú y yo seremos medidos al final de nuestra vida y es la medida del amor a los demás. Ese amor es la muestra visible de que amamos a Dios y a nosotros mismos, de lo contrario sería pura demagogia.

La respuesta que le di a este hermano sobre la mujer indígena fue que allí está Dios y ahora te pregunto ¿Qué hiciste tú para aliviar el hambre que dices haber visto? ¿le diste algo?. Esa pregunta te la hago a ti que estás leyendo este blog, ¿ya descubriste los rostros que tienes cerca? ¿qué estás haciendo por aliviar esos rostros?

Es hora de levantar en la iglesia una generación de hombres y mujeres que busquemos a los insignificantes para el mundo, porque esos insignificantes son Los Preferidos de Jesús.

Dios te guarde.


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