Ya Tengo el Poder

Mc. 6:1-13. Tres capítulos atrás Jesús instituye su equipo de doce hombres comunes y corrientes como tú y yo que han vivido experiencias interesantes con El. El domingo pasado tuvieron la experiencia de compartir dos milagros poderosos, la curación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo.

Te puedes imaginar el rostro de asombro de estos doce hombres al contemplar tan magnos milagros?. Me imagino sus ojos grandes, sus corazones latiendo y vibrando de la emoción, debió ser una experiencia de otro mundo, y así lo fue, una experiencia sobrenatural que solo se vive en el camino de la fe en Aquel que no existe los imposibles.

En el Evangelio de hoy, Jesús nuevamente los llama, es necesario sentir y escuchar nuevamente ese primer llamado para confirmar la misión encomendada. Hay muchos que se han quedado en el camino porque tendemos a poner excusas y limitaciones tales como: no soy digno, no estoy capacitado, no estoy animado, etc; que al final es un NO QUIERO. Jesús hoy envía a los doce de dos en dos, pero no los envía sin antes empoderarlos para enfrentar todo lo que viene adelante porque en ningún momento les dijo que iba a ser fácil cumplir la Divina Comisión.

Tú que estás leyendo este blog hoy, quizás eres uno de los que se ha quedado en el camino por múltiples situaciones pero nada de eso se compara al poder que Jesús te puede dar para enfrentar los espíritus inmundos que están atacando a los que te rodean. Cuando era pequeño, me fascinaba ver una cómica llamada He Man, la recuerdas? en ella el príncipe débil era empoderado por un poder sobrenatural al levantar su espada y al recibir ese poder decía: "Ya Tengo el Poder", ese es el Poder del Espíritu Santo que el Señor da a los que creen y se sienten llamados para algo poderoso.

Mi hermano y hermana hoy es un día, partiendo de este Evangelio, para que levantes la Espada de la Palabra y declares "Ya Tengo el Poder" y sal a los caminos diarios de tu vida a proclamar las maravillas que ha hecho Dios contigo, con tu testimonio, con la alegría, con tu sonrisa, simplemente con el don que Dios te ha dado.

Paz y bien.