Esto también pasará



Ayer les compartía en la reflexión, lo mejor está por venir, y esto sucede cuando tienes tu fe puesta en el Señor que no abandona a ninguno de sus hijos, sean buenos o sean malos porque Él es amor. Cuando uno tiene la confianza puesta en el Señor, aunque todo lo que nos rodea diga lo contario, Él va a actuar a nuestro favor porque nuestra fe mueve los dinteles del cielo, nuestra fe mueve la mano de Dios. 

La primera lectura de hoy es la continuación de la historia de Noemí y Rut, ayer eran varios los coprotagonistas de la misma, y hoy solo son dos que le dan entrada a un tercer coprotagonista. ¿Por qué coprotagonista? Porque Dios es el protagonista de nuestra historia, Él no forma parte de nuestra historia, somos tú y yo los que formamos parte de su historia. Estamos llegando de Moab a Belén, el mismo camino recorrido por Noemí ayer cuando iba de Belén a Moab con su esposo y sus dos hijos; hoy regresa sin esposo, sin hijos y con una nuera (mujer), regresa como una maldita a la casa del pan, regresa simplemente a vivir como una pobre marginada. Esa es la visión de todos los habitantes de Belén, pero no es la visión de Dios. Vamos a la liturgia de este sábado tomada de Rt. 2, 1-3.8-11; 4, 13-17. Les explico, antes de seguir, la cita bíblica: Capítulo 2, versículos del 1 al 3, luego saltamos al 8 hasta el 11, y de allí pasamos al capítulo 4, versículos del 13 al 17. Medio complicado ¿verdad? Bueno, seguimos adelante caminando con Noemí y Rut. ¿no eran dos nueras? Sí, pero una decidió quedarse en Moab y Rut decide renunciar a su padre y a su madre y a la tierra donde nació para ir a vivir en una tierra desconocida y sin ningún privilegio ni beneficio. 

Apenas llegan a Belén, Dios comienza a tejer el nuevo tapete de la historia de Noemí y Rut, un tapete que vino a afectar positivamente la Historia de la Salvación que es nuestra propia historia. Escudriñemos los versículos 1-3, te pido que le prestes muchísima atención a lo que viene porque de verdad que hace que mi corazón palpite de gozo de saber que todo está bajo control: "Tenía Noemí, por parte de su marido, Elimélek, un pariente de muy buena posición, llamado Booz. Rut, la moabita, le dijo a Noemí: Déjame ir a un campo en donde el dueño me permita recoger las espigas que se les caigan a los segadores. ella le respondió: Ve, hija mía. Fue Rut y se puso a recoger espigas detrás de los segadores en un campo, que, para suerte de ella, pertenecía a Booz, el de la familia de Elimélek". ¿Es o no es tremendo esto? Claro que es tremendo ver cómo Dios va trabajando en silencio su plan en la vida de nosotros, cuando sientes que Dios no está, cuando sientes que Dios no responde; significa que está trabajando en tu vida y en mi vida. Así lo estaba haciendo en la vida de Noemí y de Rut sin ellas saberlo y ni siquiera imaginarlo. Rut solo buscaba, desde su pobreza, recoger las espigas que caían de las manos de los segadores; entró en un conformismo con lo poco sin saber que Dios la estaba preparando para un nivel tan alto que solo alcanzaron aquellas que se convirtieron en una de las madres del Mesías. Te estoy hablando de lo que te comentaba ayer de la genealogía de Jesús, narrada por Mateo en el capítulo 1. Allá vemos a nuestra amiga Rut recogiendo espigas, pero dice la Palabra: para suerte de ella, el campo pertenecía a Booz; ¿suerte? ¿casualidad? Antes de seguir vamos al hebreo de la palabra suerte, porque suena extraño ver esa palabra, y resulta que suerte no es lo que significa para nosotros, suerte viene del hebreo gorál que significa destino. En ese campo donde Rut está recogiendo lo que cae de las manos de los segadores, allí está su bendición, allí está su liberación, allí está su ensalzamiento, allí en ese campo Rut deja de recoger sobras y pasa a ser de mendiga a hija, de pobre a millonaria, de esclava a princesa. Suena a telenovela, pero así trabaja Dios. 

Escudriñemos el versículo 8: "Booz le dijo a Rut: Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas en otros campos ni te alejes de aquí". Tres momentos poderosos suceden aquí en Rut envueltos en palabras:

        Escucha, hija mía: Booz le devuelve la dignidad de hija a esta maravillosa mujer, la invita a escuchar porque debe estar atenta a lo que viene llegando a su vida. Así es el Señor contigo y conmigo, nos devuelve la dignidad que nos ha robado el pasado, el rencor, el pecado y nos invita a estar atento porque lo mejor está por venir. Así como Rut, que pasa de no ser solo hija, sino que ya es propiedad de Booz; así Dios nos hace suyos a través de su hijo amado Jesús. Eres propiedad de Dios, eres heredero y heredera; aprópiate de esto mi hermano y hermana porque ha llegado tu hora de ser bendecido, de ser prosperado, de ser liberado, de ser restaurado.

        No vayas a recoger a otros campos ni te alejes de aquí: ¿te imaginas el corazón de Rut? llegar de un país extranjero, salir a recoger espigas sola en un campo donde no conoce a nadie, y "de repente" todo cambia a su favor. Booz con esa frase le está diciendo, aquí lo tienes todo, no es necesario que vayas a recoger a otro lado, no te alejes de aquí. Dios te está diciendo eso hoy, con Él lo tienes todo, no tienes que ir a recoger nada a ningún lado ni alejarte de su presencia, porque allá solo vas a recoger tristezas, desilusiones, traiciones, desánimos, decepciones, ruina, soledad y hasta la muerte.

Vamos al desenlace de esta historia escudriñando el capítulo 4 versículo 13: "Después de algún tiempo, Booz se casó con Rut, se unió a ella y el Señor hizo que Rut concibiera y diera a luz un niño". 

Lo mejor ya no está por venir, ya llegó. Este es el resultado de una vida de fidelidad a Dios, este es el resultado de una vida de fe, este es el resultado de una vida de caminar en medio de la oscuridad sabiendo que Esto también pasará.


Paz y bien.

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